Esta gran joya del arte nazarí ha suscitado numerosas leyendas de embrujo y tradiciones, cuentos fabulosos, canciones y baladas árabes y españolas de amor y de guerra. Acompáñanos en este maravilloso viaje hacia el interior del mejor ejemplo de palacio nazarí conocido.
Los primeros registros que se conocen sobre los inicios de la Alhambra se remontan al siglo IX, en el que un rey llamado Sawar se refugió en él y lo fortaleció para uso militar, dando lugar a la Alcazaba que conocemos hoy.
A comienzos del siglo XI, los zirís conquistaron la zona, convirtiendo la fortaleza en un pequeño reino o taifa. Fue la primera vez que se utilizó como residencia real. Pero su conquista duró poco, ya que fueron derrotados por los Almorávides, quienes disfrutaron de la mitad sur de Al-Ándalus durante los siguientes 150 años hasta la llegada de los Nazaríes, siendo la última dinastía árabe que gobernó la Península Ibérica entre 1238 y 1492. De este modo, pasó a ser residencia real del primer sultán del reino de Granada Muhammad Ibn Nars (1195-1273), más conocido como Al-Ahmar.
Alcanzó su mayor esplendor con el sultanato de Yusuf I (1333-1354) y de Muhammad V (1362-1391), siendo ambos los mayores responsables de la construcción de la Alhambra, pasando por Muhammad II (1235-1302), Muhammad III (1257-1314) quienes finalizaron la fortificación de la Alcazaba. El segundo mandó construir los baños públicos y la gran mezquita.
Aunque desgraciadamente casi no queda nada de lo que construyeron los últimos sultanes Nazaríes, estos nos han dejado un bello e importante legado.
La Alhambra está situada estratégicamente sobre la colina de la Sabika, ideal para su defensa. Su nombre procedería de al-Qal’a al-hambra , fortaleza roja, quizás debido al color de la arcilla, la arena y piedras de la zona que utilizaron para su construcción, la cual tardó en edificarse unos 150 años. Otros defienden que su origen etimológico proviene de la luz de las antorchas que iluminaban a los constructores durante la noche. Así, parecía tan roja que mereció el nombre de Alhambra, ‘la roja’. Sin embargo, existe otra creencia del por qué se llama ‘Alhambra’ y es debido a la similitud que muestra con el apellido del primer sultán nazarí, Al-Ahmar.
Para la construcción de tan magnífico monumento utilizaron moldes para los bloques, pero con la mezcla de arcilla y arena no era suficiente, puesto que el paso de los años lo desgastaba. Entonces, ¿cómo es posible que la Alhambra siga en pie después de tantos siglos de historia? Para ello aplicaron una mezcla llamada estuco, compuesta de arena, cal y agua. Gracias a ello, los muros de muchos edificios eran muy sólidos, como por ejemplo en los baños, que eran capaces de soportar elevadas temperaturas.
En la ciudadela, formada en su interior por palacios y bellos jardines y con capacidad para albergar hasta 5000 habitantes, vivía la familia del sultán, sus sirvientes, guardas y vasallos, dividida en dos zonas principales: la Alcazaba y la Ciudad Palatina.
Para llegar a ella debemos adentrarnos por la Puerta del Vino y pasar por la parte inferior de la Torre del Homenaje, recorriendo un camino en forma de ‘L’ que impide que la puerta principal se vea desde el exterior. Es el lugar más antiguo del recinto según la primera referencia histórica que data del siglo IX y finaliza en el patio de armas, espacio dedicado a desfiles militares donde habitaban las tropas al servicio del primer sultán, Mohammad I.
Situada al oeste y en el punto más elevado de la colina, constaba de 13 casas privadas, 5 almacenes con bodegas, hornos y una panadería para el consumo propio. En las entrañas de la Alhambra, debajo de la Alcazaba, existen 12 mazmorras y diversos pasadizos, algunos aun por descubrir.
En la Alhambra había túneles para salir y entrar sin ser visto. Para comprender su magnitud, existe una anécdota que data del año 1878, cuando un ciudadano se adentró en los túneles y desgraciadamente estuvo perdido durante 8 días, hasta que lo rescató un guardia que lo oyó. Mohammad II también habitó en la magnífica fortaleza antes de mudarse a los palacios Nazaríes cuando éstos fueron finalizados.
Es sin lugar a dudas, el lugar más extraordinario de la Alhambra, situado en el corazón de la fortaleza árabe. Albergó hasta seis maravillosos palacios y dos imponentes torres-palacios. En este lugar habitaba el sultán y su corte. Además, disponía de mezquitas, baños, escuelas, talleres y mercados.
Cada gobernante mejoraba a su gusto el palacio ya existente y construía uno nuevo, aunque solo han pervivido principalmente las edificaciones del siglo XIV. Aún se puede observar la decoración de algunos aposentos importantes de un pigmento azul preparado a partir de lapislázuli, una piedra semipreciosa que costaba tanto como el oro y que desde la antigüedad se obtenía de las minas ubicadas en las montañas de Afganistán.
Las paredes de la Alhambra son las páginas de un libro de poesías escrito en árabe. Mezcla la arquitectura con inscripciones dinásticas de los sultanes y coránicas, se alternan y cubren los espacios entrelazándose con decoración vegetal y geométrica con efecto espejo. Los zócalos alicatados guardan una exacta similitud con las guardas de los libros de la época con similares trazados y policromía. Ejemplo de ello, el Corán andalusí granadino de 1304, situado en la biblioteca nacional de Francia o el guarda de Corán meriní de 1344, situado en la mezquita de Al-Aqsa.
Con frecuencia, en sus bellas yeserías se trazan perfectos versos y elegantes descripciones. Los epígrafes también discurren en mármoles, maderas y azulejos. Las inscripciones extraídas del Corán aportan a los edificios evocaciones sagradas del paraíso terrenal y celeste. La ciudadela de la Alhambra pudo disfrutar de grandes cantidades de oro, plata y joyas que guardaban dentro de sus pasadizos.
De este modo, el recinto está formado por tres palacios principales: El Mexuar, el Palacio de Comares o de Yusuf I y el Palacio de los Leones o de Mohammad V, unidos entre sí.
Es el palacio más simple y antiguo, el primero de los espacios palatinos. Obra inicial de Ismail I. Su nombre proviene del árabe ‘maswuar’, lugar donde se celebraban las reuniones de la sura o consejo de ministros y sitio donde el sultan administraba justicia, funcionando así como tribunal real y espacio semi público.
En sus inicios el espacio era de menor dimensión y el techo estaba abierto de manera que dejaba entrar la luz solar, cerrada por una gran cúpula de cristal. Los cristianos convirtieron este espacio en una capilla, de ahí la existencia del coro o zona superior.
Ha sido el palacio más castigado, quedando restos arqueológicos de la mayoría de su conjunto. Como es lógico, esta diversidad de usos y dueños a lo largo de la historia han dejado su impronta en la decoración, donde conviven los elementos musulmanes con otros cristianos.
Al fondo se encuentra el oratorio, orientado hacia la Meca con bellas vistas al Albaycín. En ella se encuentra una inscripción donde se lee: ‘no seas negligente y ven a la oración’.
La mayor cumbre de la Alhambra es, sin duda, el salón de Comares, mandado a construir por Yusuf I como zona privada, que tras su muerte, fue completado por su hijo Mohammad V (siendo el séptimo y octavo sultán del reino Nazarí).
Se inicia su entrada por el cuarto dorado, lugar donde se encuentra la fachada de Comares, construida para conmemorar la toma de Algeciras en 1369, dominada por una fuente de mármol y un pórtico de tres arcos peraltados de medio punto y esbeltas columnas. El espacio fue originariamente decorado con colores brillantes que separaba los sectores familiares y administrativos dentro del palacio donde el sultán recibía a sus vasallos al pie de las escaleras.
Se pueden observar dos puertas: una a la izquierda vigilada por guardianes, que nos conducía al patio del palacio; y otra a la derecha, que nos lleva a estancias destinadas posiblemente al servicio.
Está unido al Palacio de Comares. Era el centro de toda actividad diplomática y política de la Alhambra. En él se realizaban grandes recepciones y era el sitio en el que las personalidades aguardaban a ser recibidos por el sultán.
En el patio, el agua de la alberca conseguía maravillar a los visitantes con un espectacular efecto de espejo que reflejaba los arcos y la Torre de Comares y hacia de la construcción un palacio flotante e impresionante, reflejando poder y ambición.
El patio permite acceder a diferentes estancias de dos plantas, como la sala de la barca y la Torre de Comares, siendo esta última la más alta de la Alhambra. En el lado oeste se encuentran los baños reales.
Es una antesala al Salón del Trono. Su nombre es una variación del árabe, ‘baraca’ que significa ‘bendición’ y que aparece escrita repetidas veces por las paredes de la estancia. En los extremos, tras los arcos laterales donde se depositaba agua y perfumes, hay dos alcobas. El techo actual es una reproducción similar al original, ya que ardió en un incendio en el año 1890.
Aunque parecen ser independientes, en su origen pertenecían al Palacio de Comares. Son los únicos baños conservados dentro de los palacios reales, datados en el reinado de Yusuf I. Se construyeron a partir de la estructura de las termas romanas realizando algunas modificaciones. Se dividen en 5 partes:
Estas dos últimas destinadas al baño, capaces de soportar altas temperaturas.
La sala más grande de todo el palacio, llamada así por estar destinado a recibir las audiencias privadas del sultán. Situado en el interior de la gran Torre de Comares, forma un cubo perfecto, presentando una decoración exquisita en cada una de sus fachadas. Entre las yeserías, sobre los arcos, hay caligrafías que narran poemas que citan relatos cósmicos.
En la epigrafía que recorre la sala podemos leer alabanzas a Yusuf I y a Dios. Aparece repetidas veces el escrito ‘Alá es vencedor’. Las ventanas estaban cerradas originariamente por vidrieras. Las que podemos observar hoy día son de madera, siendo una reposición reciente para ayudarnos a recrear el ambiente mágico de claroscuros que envolvían esta sala en aquella época.
El Salón del Trono o de Embajadores está cubierto por una majestuosa cúpula realizada con madera de cedro. Representa, de forma geométrica, los siete cielos que el alma debe atravesar hasta llegar a su epicentro, el trono de Dios, a partir de el cual está el paraíso. Las cuatro aristas del techo representan los cuatro árboles del universo heredados de la cultura judía.
En el interior de esta sala podemos observar que las yeserías alcanzan un nivel elevado de sofisticación alternando motivos ornamentales con profundos epígrafes como el siguiente:
‘Bendito es aquel en cuya mano está el dominio, es omnipotente, quien creó la muerte y la vida para probaros, para ver quién de vosotros es el que mejor se porta. Es el poderoso, el indulgente, quien creó siete cielos superpuestos. No ves ninguna contradicción en la creación del compasivo. Mira otra vez, ¿adviertes alguna falla? Luego mira otras dos veces. Tu mirada volverá a ti cansada, agotada’.
Sura 67 del Corán.
El Palacio de los Leones es no de los palacios más famosos y emblemáticos del conjunto arquitectónico de la Alhambra y núcleo de la residencia privada del sultán, ordenado por Mohammad V, hijo de Yusuf I. Rodeado de 124 columnas de mármol como si de un bosque se tratase, representando así el paraíso y rodeado por cuatro ríos que desembocan a los doce leones que acompañan a la fuente central. Quizás podría tener una simbología astrológica, siendo cada león un signo del zodiaco, sin embargo, la interpretación más extendida es la que simboliza la copa del Mar de Bronce del templo de Salomón y los leones, en este caso, las doce tribus de Israel, aunque hoy se desconoce con certeza su significado.
En este lugar se utilizó mucho las matemáticas y el simbolismo, ya que los canales que posee el patio coinciden con los cuatro puntos cardinales y representan los cuatro ríos del paraíso musulmán que dividen el mundo en cuatro partes. En una inscripción existente hace referencia al templo de Salomón con gran similitud arquitectónica.
Se grabaron en él 10 poemas, de los cuales 5 han desaparecido. La mayoría se refiere al propio palacio como ‘el jardín’ en cuanto a concepto arquitectónico ideal. La taza De la Fuente tiene un poema tallado, obra del poeta y ministro del sultán, Ibn Zamrak:
‘Yo soy el jardín que con la belleza ha sido adornado. Contempla mi hermosura y mi rango te será explicado’.
Ibn Zamrak
‘Bendito sea Aquel que dio al iman Muhammad ideas que embellecen sus mansiones.¿no hay en este jardín maravillas que Dios no quiso que semejantes hallara la hermosura? Tallada de perlas, diáfana luz engalanada toda ella está por el alfórjar derramado. Liquida plata entre joyas fluyente con la belleza de éstas, blanca y transparente. Tras semejante lo que fluye es a lo inerte que no sabemos cual de ambos discurre.¿no ves que el agua por su taza corre, pero ésta le cierra su cauce, igual que un amante cuyas lagrimas van a desbordarse y que por temor al delator las retiene? Y es que en verdad no es un sino una nube de la quemaban canales hacia los leones, lo mismo que la mano del califa al alba dones hacia los leones de la guerra mana. ¡Oh, tú que ves a los leones agazapados pues el respeto que te tienen te impide agredir! ¡Oh, tú que de los Ansar por línea directa heredaste un sublime legado que a las firmes montañas menosprecia! La paz de Dios sea contigo, vive por siempre. Repítanse tus celebraciones y tus enemigos abátanse’.
Ibn Zamrak
El patio está rodeado de diferentes e importantes estancias: sala de los Mocárabes, Sala de los Abencerrajes, Sala de los Reyes, Sala de Dos Hermanas, Sala de los Ajimeces, el Mirador de Daraxa o de Lindaraja y el Patio del Harén.
Esta es la antigua entrada al palacio desde el exterior, de este modo, se tiene la idea que tenía la función de recibidor. Su nombre lo debe a la hilera de mocárabes que cubría la estancia. Tuvo que ser demolido en 1590 debido a la explosión de un polvorín. Sus motivos ornamentales son los mejores conservados.
Su nombre hace alusión a una familia musulmana de origen norteafricano. Esta sala está situada en la zona sur del palacio, destinado a una dependencia privada del sultán. Según la leyenda, aquí fueron degollados todos los miembros de la familia de los Abencerrajes tras una conspiración llevada a cabo por el propio sultán. Todavía se dice que la sangre derramada no ha conseguido borrarse de la fuente que ocupa el centro de la sala.
La bóveda celeste que preside su interior hace una alegoría al paraíso. Los yesos y azulejos son originales del siglo XIV, destruido por completo a causa de los franceses en su huida en el año 1812.
Situada al lado oeste del patio. Gran sala alargada reservada a fiestas y reuniones. Dividida en tres grandes alcobas y dos más pequeñas por tramos de dobles arcos mocárabes y decorados con pinturas realizadas sobre cuero, posiblemente por manos cristianas.
También fue la estancia principal del palacio donde vivía la sultana y su familia. El espacio se distribuye entorno a una fuente de pequeño tamaño y una cúpula octogonal. Su nombre se debe a las dos grandes losas de mármol que hay en el pavimento de la sala principal. A modo de curiosidad, un bello poema de Ibn Zamrak, último gran poeta que conoció la Alhambra (1333-1394), recorre toda la estancia.
Estancia alargada que hace de transición con el Mirador de Daraxa.
Pequeño cuarto independiente. Su nombre procede de las palabras árabes ‘al-Ayn Dar Aisa’, que significa ‘los ojos de la casa de Aisa’, por lo que debió ser destinado a la mujer favorita del sultán. Posiblemente se encuentren aquí los zócalos mas bellos del palacio.
El techo está formado por una bóveda de madera con cristales de color azul, celeste, naranja, blanco, rojo y verde, recientemente restaurado. Es la única de estas características que se conserva.
Es una zona íntima, cuya visita no está incluida en la entrada ordinaria a la Alhambra, sino a través de un programa específico que organiza el patronato de la Alhambra. Se accede desde la sala de los Abencerrajes en su salida por la puerta derecha, dando acceso a una galería superior. Conserva una belleza excepcional gracias a su restauración en el año 1924, fue construido sobre un aljibe que proporcionaba agua a los baños reales. Su mirador estaba tapado con una celosía que permitía ver sin ser observado. Se compone de un pórtico de tres arcos y dos columnas embellecidas con los capiteles de mármol en color negro, siento éstos únicos en todo el recinto de la Alhambra, datados del siglo XI y XII. Las habitaciones de los lados fueron derribadas para la posterior construcción del famoso Palacio de Carlos V en el siglo XVI, primer palacio puramente renacentista de España.
Otras construcciones menores que completaban la Alhambra y que podemos nombrar a modo de ejemplo son los Jardines de El Partal o las más de 30 torres que completaban la muralla, de las que hoy solo quedan 22.
La palabra ‘Partal’, del árabe ‘pórtico’, consta de una torre, una galería con cinco arcos y un estanque situados al salir de los palacios Nazaríes. El estanque estaba custodiado por dos leones de piedra, los cuales se encuentran hoy día en el museo de la Alhambra. Cerca del estanque se vemos las ruinas del palacio de Yusuf III, del siglo XIV.
Desde el siglo XVI también se le conoce como la Torre de las Damas. Durante la presencia árabe hubo muchos edificios que pertenecían a los magnates que vivían alrededor de los palacios Nazaríes.
El mirador de el Partal era un lugar reservado para el sultán, quien era aficionado a la astronomía y dicen que este pabellón se hizo para observar las estrellas. Irónicamente obtuvo una enfermedad y quedó ciego. Junto al palacio se encuentran unas casas árabes y un oratorio. Y entrado el siglo XX, se construyeron los jardines que podemos disfrutar durante la visita.
La bella Alhambra dispone de cuatro puertas principales para dar acceso a su bello y mágico interior. En el lienzo norte se encuentra la Puerta de las Armas y la Puerta del Arrabal; y en el lienzo sur, la Puerta de los Siete Suelos y la Puerta de la Justicia.
Se trata de una de las cuatro puertas oficiales que dan entrada a la Alhambra. Es llamada así porque para poder acceder al recinto, se debía dejar las armas en ella si querían visitar el interior. El alfiz que rodea la puerta conserva pequeños trozos de azulejos en color azul y blanco.
Se realizó en tiempos de Mohammad II bajo la Torre de los Picos. Sus modificaciones abrieron acceso a los jardines del Partal y los Palacios del Generalife y sus huertas. Tiene una gran bóveda de cañón y no presenta ninguna decoración. Su visita está restringida para su mayor conservación.
Edificada en época de Yusuf I, esconde enigmáticas leyendas, entre ellas, la que explica que Boabdil, el último sultán Nazarí, dejó enterrado un tesoro bajo las siete plantas de la torre, del que no se ha hallado rastro, pero sí tres estancias.
Esta puerta fue elegida por Fernando el Católico para dar su entrada a la Alhambra, y por la misma, se despidió Boabdil derrotado. Según la tradición se ordenó que nunca más se abriera esa puerta.
También llamada «Puerta de la Explanada» por el espacio que divisa alrededor a modo de entrada triunfal, edificada en el año 1348. Conserva sus puertas de madera y los herrajes originales. En el marco superior destaca la mano de Fátima, que significa los cinco mandamientos de la fe musulmana, y una llave, aludiendo al poder. Cuenta la leyenda que cuando la mano llegue a la llave el recinto saltará por los aires y no quedará piedra sobre piedra. Esos elementos musulmanes contrastan con la Virgen de estilo gótico colocada por los Reyes Católicos y un pequeño altar donde se celebró la primera misa tras la conquista cristiana.
Otra puerta a destacar en la Puerta del Vino, en la que a través de ella se entraba a la Medina. Allí empezaba la calle Real Alta, la vía principal de la ciudadela y diferencia la parte militar de la civil dentro del recinto.
Es la primera torre, situada en el extremo oeste de la Sabika. Es una torre de vigilancia que imponía poder y a la vez protegía al reino de Mohammad, el cual sirvió como reloj para los habitantes del lugar. Formado por cuatro pisos, un calabozo y una terraza en la parte superior.
Es algo menor que la torre de la Vela pero no menos importante por ser la torre-vivienda de Al-Ahmar. En su interior se esconde un calabozo, el cual también sirvió en alguna ocasión para almacenar alimentos.
Llamada así por ser elegida para guardar la pólvora utilizada por los instrumentos artilleros. Con función defensiva y vigilancia.
En su base, ocultada por la arboleda actual, se encuentra la puerta principal a la Alcazaba en época zirí.
De esta torre de grandes dimensiones solo quedan restos. Llamada así por situarse al lado de un acueducto que conduce agua a los jardines del Generalife. Tiene tres pisos y carece de ornamentos.
Es la torre más peculiar. Su construcción es de finales del siglo XIII. Fue una torre vivienda que más tarde fue ampliado.
Cuenta la leyenda que su nombre se debe a que estuvo aquí cautiva Isabel de Solís, una doncella cristiana que con el tiempo se convirtió al islam y se convirtió en la favorita del sultán Mulay Hasan (penúltimo sultán del reino nazarí y padre de Boabdil).
Es como un pequeño palacio dentro de una torre, con estructura similar a cualquier estancia de la Alhambra. Construida en el siglo XIII y con decoración interior correspondiente al siglo XIV.
Una de las últimas construcciones de la Alhambra musulmana, reflejándose en ella una decoración mucho más sencilla. El espacio se distribuye con un patio central y dos alcobas adyacentes. El techo lleno de mocárabes fue destruido por un terremoto en el siglo XIX pero fue sustituido por el actual de madera.Su nombre actual proviene de que, según la leyenda de las tres hermosas princesas que describe Washington Irving en sus cuentos de la Alhambra, en esta torre vivieron tres hermosas princesas.
Lugar de descanso para los sultanes cuando querían ausentarse de los asuntos oficiales de palacio en busca de paz y sosiego. A pesar de su proximidad a la Alhambra, no era considerado parte de la ciudad palaciega.
Su nombre proviene de «jardín del arquitecto». Ocupaba un área bastante superior al que ocupa hoy, extendiéndose hasta las montañas vecinas. . Su función era de descanso, coto de caza, ganadería y agricultura.
La pieza fundamental es el agua, recreando un jardín de placer, de disfrute del olor de plantas aromáticas, del color por su gran gama ofrecida por diversas especies florales y sensorial donde se aprecian los distintos matices de unas plantas a otras, creando una gran armonía entre la belleza de sus jardines y el agua fresca de sus acequias.
El Generalife se puede diferenciar en diferentes jardines o espacios:
Estos jardines son fruto del trabajo del siglo XX, modificado para convertirse en un espacio público.
En 1951 se realizó una ampliación con un anfiteatro inspirada en un jardín árabe donde hoy día se celebra el Festival Internacional de Música y Danza de Granada.
Eje central del recinto, transformado con el paso de los años, siendo su núcleo central el patio de la acequia, la parte más hermosa y celebre del mundo. La galería, rodeada de 18 arcos, es una reforma cristiana, ya que antes se encontraba cerrada. Hoy en día se puede disfrutar de unas vistas espléndidas.
Cuenta la leyenda que este ciprés fue testigo de los amoríos de un caballero Abencerraje y la esposa de Boabdil. El sultán Mulay Hacén los sorprendió y dio matanza a toda esa familia granadina.
Son de estilo romántico, situados en un piso superior al jardín de la sultana. Lo más sorprendente es la bellísima escalera del agua, uno de los pocos elementos nazaríes que se conservan en esta zona. Antiguamente estaba decorado con azulejos.
Construido en el siglo XIX, que completa el recorrido de esta majestuosa e inolvidable visita.
El agua es un elemento fundamental en la Alhambra, una fuente de vida y un símbolo del paraíso musulmán. Sin el agua es imposible concebir ninguna civilización. La arquitectura islámica la incluye en todas sus obras y refleja los palacios como un espejo. Es como un oasis, simbolizando la eternidad, dando sensación de estar en el paraíso. Para sustentar a su población cultivaban alimentos en varios de sus amplios y bellos jardines.
El suministro de agua, en un principio fue un problema para abastecer a tantas personas. ¿Cómo sobrevivían 5000 personas si no existía ninguna corriente de agua en la colina donde se hallaba la Alhambra si el río más cercano fluye a 100 metros más abajo? Fue una tarea de bastante dificultad. La única solución fue llenar la Alhambra de canales de riego, construyendo una presa de 6 km donde el cauce del río estaba más alto y así desviarlo. Su resultado proporciona lo que podría equivaler a 7000 piscinas olímpicas a diario. Sorprendido, ¿no? ¡Magnifico trabajo arquitectónico! Esos canales de riego tienen un magnífico mecanismo, ya que para evitar que se desborde el agua, desvía el sobrante de nuevo al río. ¡Qué ingeniosos!
La conquista cristiana de Granada por los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón a fecha de 2 de enero de 1492, marcó el comienzo de importantes modificaciones sobre el recinto de la Alhambra, ordenado por su heredero Carlos V.
Entre 1528 y 1537 se aprobó construir unas dependencias que transformaron lo que antes eran unos jardines en un espacio cerrado, con una galería dedicada a la reina Isabel.
El conjunto se divide en: habitaciones del emperador, los Patios de la Reja y del Indaraja y el Peinador de la Reina, cuyas reparaciones fueron llevadas a cabo en la parte superior de la antigua torre de Yusuf I, con el objetivo de disfrute y descanso de la reina Isabel. En la estancia se encuentran unos preciosos frescos de los pintores italianos Julio Aquiles y Alejandro Mainer, que representan la expedición de Carlos V contra Túnez en la antecámara y escenas mitológicas en el tocador.
También se encuentra la estancia de Washington Irving en el año 1829, donde escribió sus famosos Cuentos de la Alhambra.
Fernando de Aragón eligió la Puerta de los Siete Suelos como entrada a la Alhambra.
El rey Carlos V entró a Granada en 1526 tras su boda con Isabel de Portugal en Sevilla.
Quedó tan sorprendido por la belleza de la Alhambra que mandó construir este palacio como símbolo de triunfo de la cristiandad y como estancia principal del emperador. Su construcción, correspondiente al manierismo y siguiendo las fórmulas clásicas de la antigüedad grecorromana, símbolo de poder y perfección, rescatadas del renacimiento italiano. Estuvo a cargo del arquitecto Pedro Machuca en el año 1527 y terminado en el siglo XX por diversos motivos: falta de dinero, revueltas, abandono entre otros. Para su construcción fue preciso el derribo de un trozo de uno de los palacios Nazaríes.
Hoy día una parte del piso inferior se utiliza para el museo de la Alhambra y el superior para el Museo de Bellas Artes de Granada, cuyas visitas son casi obligadas para comprender mejor el arte producido en Granada a lo largo de su historia.
A partir del siglo XVIII la Alhambra fue abandonada y más tarde en la Guerra de Independencia, sufrió diferentes explosiones en algunas partes durante la ocupación francesa, las cuales se restauraron a finales del siglo XIX.
Construida sobre la que fue la gran mezquita y los baños reales, alimentados por la acequia real.
En 1984 el conjunto palatino de la Alhambra entró a formar parte de la lista de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Hoy día podemos disfrutar de sus impresionantes muros y verdaderas obras de arte talladas a mano.
La entrada principal de la Alhambra se encuentra subiendo la calle Cuesta de Gomérez, si va andando, podrá entrar por la puerta de la Justicia, y si va en coche, puede aparcar en el Parking de la Alhambra y entrar por el pabellón de acceso a la Alhambra.
Las luces de la Alhambra se encienden todos los días al atardecer; entre noviembre y febrero, hasta las 2:00; y entre marzo y octubre, hasta las 4:00.
La Alhambra fue construida por los sultanes nazaríes en el siglo XIV. El primero de estos monarcas nazaríes fue Muhammad I, y le sucedieron Muhhamad II (en la construcción del Generalife), Muhammad III (construyó el Partal, la Torre de las Damas y la Mezquita Real de la Alhambra), Ismail I (el Mexuar y la reconstrucción del Generalife), Muhhamad V (el palacio de los Leones) y Muhammad VII (la torre de las infantas).
La Alhambra es un monumento del siglo XIV. Sus primeras construcciones fueron realizadas por Muhammad I, que reinó entre los años 1232 y 1273
Alhambra significa «castillo rojo» en árabe. Posiblemente, este nombre se deba al color rojizo de sus muros con la luz del atardecer.