Washington Irving y los Cuentos de la Alhambra

Inicio / Granada / Washington Irving y los Cuentos de la Alhambra
¿Quieres visitar Granada?
Hoteles
Transporte
Ocio
Entradas

«Cómo lamento no poder permanecer aquí más tiempo. Con todos los éxtasis que produce Granada, uno apenas conoce sus verdaderos encantos»

Washington Irving ,15 de Junio 1829

Imagina ser un aventurero de principios del siglo XIX con ansias de adentrarse en mundos desconocidos, mundos tan diferentes a las frías urbes industriales del viejo continente, mundos solo nombrados en leyendas o en boca de otros…

La mayoría de los que hemos visitado el palacio de la Alhambra hemos quedado embrujados por la magia y encanto que desprende. Y no es para menos, la joya Nazarí que corona el monte de La Sabika y desde donde se contempla la ciudad sobre la vega de Granada, no ha pasado desapercibida para los visitantes desde hace ya varias generaciones. Quizá el más conocido de entre ellos sea el protagonista de hoy…

Fuente de los leones

Esta es la historia de Washington Irving, quizá el primer hispanista que dio a conocer cada detalle de la idiosincrasia española hasta sumergirse en lo más recóndito de nuestra cultura. Este neoyorquino nació en el seno de una familia burguesa. Impregnado por la corriente del romanticismo dedicomonónico, devoraba desde muy pequeño novelas de aventuras como Robinson Crusoe y la historia de Simbad, Las mil y una noches. Seguro que en esa mente infantil y llena de imaginación se atisbaba ya, el deseo de recorrer esas tierras lejanas y exóticas que leía en unos cuentos llenos de fantásticas ilustraciones.

Más tarde, estudió derecho y se incorporó al negoció familiar, pero su vocación por el mundo de las artes era más fuerte que cualquier empresa. Por eso, la quiebra de ésta y la muerte de su madre, posibilitó al joven escritor establecerse en Europa hasta 1832 y tener la oportunidad de dedicarse completamente a lo que era su verdadero amor: la escritura.

Las familias burguesas impregnadas por la mentalidad romántica concebían el llamado “Grand Tour”, a saber, una especie de viaje espiritual a la búsqueda de la esencia y espíritu de los pueblos, también denominado Volksgeist, término utilizado por los románticos alemanes de la época.

En definitiva, era una búsqueda por las raíces de los pueblos en el pasado, una atracción por el misterio, lo exótico y las ruinas. España y en concreto Andalucía, suponía un perfecto ejemplo para los primeros turistas europeos o americanos que quedaban sorprendidos por unas costumbres que reflejaban una fusión de pueblos. ¿Y os creéis que esto ha desaparecido? Todavía hoy, queda en el imaginario colectivo de nuestros visitantes esa admiración y magnetismo por el folclore hispano.

Pero volvamos a nuestro protagonista. Su nombramiento como cónsul fue la excusa perfecta para visitar lo que será una de las pasiones de su vida: Granada. Tras una estancia en Sevilla investigando sobre la figura de Cristóbal Colón en el Archivo de Indias, volvió a Granada por segunda vez, para en esta ocasión, hospedarse en la mismísima Alhambra en compañía de su amigo ruso Dolgorovki.

Generalife

Pero adivina qué se encontró el señor Irving. ¿Creéis que tuvo que hacer reserva de tickets para acceder a la Alhambra o esperar largas horas para adentrases en sus instalaciones? Nada más lejos de la realidad. Se encontró una Alhambra abandonada. De hecho, cuentan los más veteranos de la ciudad nazarí que no hace tanto y antes del “boom” turístico en nuestro país, podías acceder libremente y sin ningún control a los Palacios Nazaríes y que además era habitado por familias humildes y gitanos. Cuanto ha cambiado todo…

Desde Sevilla hasta Granada pasando por cada pueblecito que adornaba el bello paisaje andaluz, nuestro viajero experimentaba en su esencia más pura y natural, el vivir la cultura española. Todo ello como fuente de inspiración para escribir Los cuentos de la Alhambra (1832), una serie de pequeñas historias que no destacaban precisamente por un estilo literario depurado sino más bien por aunar su característico humor narrativo con una descripción sencilla.

¿Pero qué queda de nuestro autor?

Varias curiosidades: para empezar, creo un estilo de escritura sencillo y ameno con historias creadas para niños con ciclos cortos de capítulos, ahora popularizado en todo el mundo. Además, fue él quien popularizó, en su obra sobre Nueva York, el calificativo “Knickerbockers“, que hacía referencia a los pantalones cortos usados por los colonos de origen neerlandés en Estados Unidos y que posteriormente se convirtió en el apelativo por el que se conocen a los habitantes de Nueva York. Por último, en su obra Salmagundi (1907) nombró a Nueva York como Gotham, término que Bill Finger utilizó años más tarde para su novela sobre el superhéroe Batman.

¿Qué te ha parecido la historia de Irving y su contribución al mundo literario?

Artículos relacionados

También te puede interesar