Acueducto de Segovia

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La influencia del Imperio Romano en la Península Ibérica, y en lo que hoy es el territorio español, ha sido ampliamente estudiada y llega hasta nuestros días. Pruebas del paso de esta civilización han quedado muchas y, sin duda, el Acueducto de Segovia es una de las que más sobresale. Emblema innegable del enorme desarrollo de la ingeniería técnica alcanzado por los romanos y puesto al servicio del propio Imperio para garantizar su hegemonía y dominio en la región. No en vano tenía por objeto llevar el agua desde la Sierra de Guadarrama hasta la ciudad, por lo que su importancia práctica resulta evidente. El agua seguía un recorrido de 16 kilómetros desde la Sierra hasta Segovia por los casi 30 metros de altura del Acueducto.

Esta reconocida construcción se sitúa en pleno centro de la ciudad, a la cual parece dividir en dos. No obstante convive a la perfección con el resto del entorno segoviano, en el que encontramos otras emblemáticas construcciones como la Catedral o el propio Alcázar. A la derecha del Acueducto queda la Plaza de la Artillería, mientras que a la izquierda se queda la Plaza del Azoguejo. Su ascendiente histórico que contempla más de 2.000 años de historia le sirvió para ser declarado en 1985 como Patrimonio Histórico de la Humanidad por la UNESCO.

Orígenes e importancia del Acueducto de Segovia

La fecha de construcción del Acueducto de Segovia se sitúa entre la segunda mitad del s. I a. C. y principios del s. II d. C., durante los últimos coletazos del emperador Trajano y el inicio de la etapa de Adriano.

De la misma manera que transportaba el agua desde la sierra de Guadarrama hasta Segovia, la piedra granítica con el que fue levantado también tiene su origen ahí. Estos dan forma a sus 167 arcos, los cuales son un prodigio de la ingeniería romana. Los arcos, constituidos por sillares, no se encuentran unidos por medio de ningún tipo de argamasa o material similar. La unión entre los arcos es fruto del equilibrio de las fuerzas entre los diferentes bloques de piedra. Las poquísimas modificaciones que ha sufrido el Acueducto a lo largo de su longeva historia dan buena muestra de las altas cotas alcanzadas por la técnica romana y del estricto cumplimiento de su función hasta no hace mucho. De hecho, hasta hace poco tiempo seguía abasteciendo con agua al mismísimo Alcázar.

Se encuentra dividido en tres partes. La primera de ellas es la zona extraurbana, el inicio del Acueducto donde se recogía el agua para iniciar el trasvase. En segundo lugar, la zona periurbana, que hace referencia al tramo del acueducto por el que se conducía el agua. Por último está la zona urbana, en la que se continuaba con el recorrido pero se añadía la distribución del agua hacia los diferentes destinos. Cabe destacar también la utilización de arquetas para tejer el sistema de distribución necesario que aseguraba que el agua también llegara tanto a las casas privadas como a los aljibes y las fuentes.

Recorrido del Acueducto: de la Sierra a la ciudad

El recorrido del agua empieza desde el manantial de la Fuenfría, cerca de la región de La Acebeda, situada a 17 kilómetros de la ciudad. En primera instancia el agua quedaba recogida en una especie de tanque que se conoce como El Caserón, desde donde pasaba a una segunda torre llamada Casa del Agua. Siguiendo con su recorrido, el agua pasa por la roca sobre la que se erige y asienta el Alcázar de Segovia.

Hay que tener en cuenta que poco antes de llegar a la Ciudad Vieja de Segovia, el Acueducto efectúa un giro brusco en la Plaza de Díaz Sanz para así cambiar el rumbo con dirección a la Plaza Azoguejo.

Es precisamente en este punto en el que el Acueducto de Segovia se deja ver con claridad absoluta y muestra su magnificencia sin ambagages de ningún tipo. En su punto más alto alcanza la friolera de 28.5 metros, apreciándose además tanto arcos simples como arcos dobles sostenidos por pilares. Se pueden contabilizar, desde su ingreso en la ciudad y hasta la Plaza Díaz Sanz, un total de 75 arcos simples y 44 arcos dobles. Sin duda alguna, la arquería del acueducto constituye uno de los símbolos arquitectónicos de referencia de la ciudad. A esto contribuye el perfecto estado en el que se encuentra todavía en nuestros días.

Cabe destacar también que el recorrido que efectúa el Acueducto de Segovia es posible realizarlo a pie partiendo del Pantano de Puente Alta, sito en el km. 87 de la carretera N-603, Madrid-Segovia por Guadarrama. Seguro que hará las delicias de los más avezados a las caminatas.

Cuenta la leyenda…

Es evidente que una obra de estas dimensiones carga a sus espaldas diferentes leyendas o interpretaciones sobre su origen. Algunas, claro está, tienen o han tenido más arraigo que otras. Y es que el paso del tiempo no solo afecta al Acueducto de Segovia sino también a lo que de él se ha dicho.

Quizás la más conocida de todas ellas y que ha llegado hasta nuestros días es aquella que indica que que el Acueducto no es obra de los romanos sino… del diablo. Cuenta esta leyenda que una niña subía y bajaba sin pausa, día sí y día también, la montaña con unos cántaros llenos de agua cargados a sus espaldas. Harta de esta iniquidad, un día, decidió solicitar al mismísimo diablo que construyera una estructura la cual evitara que ella tuviera que realizar tan agotadores viajes para transportar el agua. Esa misma noche el demonio se presentó ante ella para plantearle lo siguiente: si conseguía terminar el acueducto antes de que cantara el gallo se quedaría con su alma. La pequeña aceptó y el diablo se puso manos a la obra.

Cuando el maligno estaba a punto de culminar con tan espléndida obra oyó el cacareo del gallo. Le quedaba tan sólo un bloque para finalizar su misión. De esta forma la niña salvó su alma. Se dice que hoy en día aún se puede apreciar las huellas del demonio en los bloques graníticos que componen el Acueducto de Segovia.

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