Catedral de Segovia

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En 1525, durante el reinado de Carlos V, se dio inicio a la construcción de una de las obras arquitectónicas de mayor encanto no sólo de España, sino también de Europa. Así lo atestiguan viajeros y visitantes de todas partes del mundo. Se trata de la Santa Iglesia Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y de San Frutos, llamada de forma común como Catedral de Segovia. Su emplazamiento, en el punto más alto de la ciudad, le otorga un aura seductora y fascinante, la cual se complementa a la perfección con su característico estilo gótico tardío. Este hecho es especialmente relevante ya que tiene lugar en un momento en el que en Europa, y también en España, empezaba a predominar el estilo renacentista. Además sustituyó a la Catedral Vieja, de estilo románico y que desapareció en 1520, y se dice que los segovianos se decidieron a participar de manera desinteresada en su levantamiento.

Su atractivo encano le valió el apelativo de La Dama de las Catedrales, acuñado por el Presidente de la Primera República española, Emilio Castelar. Goza de una locación privilegiada dentro de la zona urbana segoviana. La Catedral de Segovia se encuentra en la Plaza Mayor, justo a medio camino entre el Alcázar y el Acueducto. Es claro que sobraban los motivos para que, en 1931, fuese declarada Bien de Interés Cultural y Patrimonio Histórico de España.

Historia de la Gran Dama

Como ya se mencionó, durante la planificación de la construcción de la Catedral de Segovia, se decidió que se situara en uno de los puntos más altos de la ciudad y sobre el antiguo Convento de Santa Clara. De hecho, durante los los comienzos de la edificación, esta última aún servía de espacio de culto. Los trabajos se iniciaron bajo la atenta mirada y tutela del arquitecto Juan Gil de Hontañón. Con la intención de reducir los costes que suponían el afrontar la edificación de semejante obra, se utilizaron materiales y elementos de la catedral vieja, los cuales fueron trasladados al nuevo lugar.

La Catedral de Segovia cuenta con una planta de tres naves, con una cabecera semicircular con girola y capillas en las zonas laterales. Cuenta con una extensión de 105 metros de largo, 33 metros de altura en su nave mayor y 50 metros de ancho. No obstante, la alegórica torre se eleva hacia el cielo segoviano con sus 90 metros de altura. Los visitantes y seguidores del culto pueden acceder a ella a través de cualquiera de sus tres entradas. En la parte oeste de la fachada de la Catedral se encuentra la Puerta del Perdón, en cuyo flanco se extiende el Enlosado. Este espacio es utilizado hoy en día para el desarrollo de actividades culturales que contribuyen a mantener más vivo que nunca el vínculo entre la ciudad y La Dama. En la fachada sur se aprecia la Puerta de San Geroteo, dedicada al primer obispo de Segovia. La tercera y última entrada, que constituye el acceso principal a la Catedral, tenemos la de la Puerta de San Frutos, esculpida en granito y terminada en 1633. Su ordenación reproduce en manera reducida a la de San Lorenzo de El Escorial. Cuenta además con la imagen de San Frutos, patrón de la ciudad de Segovia.

Su cúpula se encuentra rodeada por un ábside, adornado con pináculos de gótico florido y una serie de contrafuertes tallados en piedra caliza. Su posición colinda con la Vieja Judería.

La consagración de la Catedral de Segovia tiene lugar en el año 1768, de la mano del obispo José Martínez Escalzo. Exactamente 243 años después de que se colocara la primera piedra. Un acto ceremonioso y lleno de simbolismo con el que se concluye el periodo de construcción y levantamiento de una de las joyas que engalana la ciudad castellano-leonesa.

Los secretos mejor guardados de La Catedral de Segovia

En el interior de esta hermosa Catedral, única en Europa, encontramos la Capilla Mayor. Su construcción, iniciada en 1768 y finalizada en 1775, fue orden de Carlos III. En el altar mayor está colocado un retablo que recrea una estructura de corte neoclásico. Destacan también imágenes de San Geroteo y de San Frutos. En la hornacina central, por su parte, se distingue la que fuera donación del rey Enrique IV: la Virgen de la Paz.

Justo en frente se coloca el Coro, cuya sillería procede de la Catedral Vieja, de la cual se tomaron algunos materiales y elementos para ser utilizados en esta. Se terminó en el año 1790 y resalta su estilo gótico flamígero. En su parte superior se aprecian los asientos que, en la época, estaban reservados y ocupados por los reyes cuando asistían a los oficios. Completan esa fotografía unas tracerías caladas y dos cúpulas góticas situadas por encima de los asientos regios.

La grandeza y consonancia de todos los componentes del interior de la catedral se ven apuntalados por la rejería, los órganos barrocos, por la delicada urna neoclásica en la que descansan los restos de San Frutos y por varias obras que recrean la Historia de la Salvación. Sobresalen el Cristo yacente de Gregorio Fernández, del siglo XVII; el Llanto sobre Cristo muerto de Juan de Juni, del siglo XVI; o el Árbol de la Vida de Ignacio de Ríes, del siglo XVII.

Por su parte, tanto la girola como las naves laterales de la Catedral de Segovia albergan en su interior 18 capillas, en las que es posible encontrar reconocidas esculturas y pinturas. La Capilla de la Piedad, la de San Andrés, la de la Concepción, la de Santiago o la del Cristo de la Agonía son algunas de las más hermosas de ellas. Si bien no deja de ser cierto que todas y cada uno serían merecedoras de un capítulo aparte, tanto por su historia como por su belleza.

No resulta posible finalizar un recorrido por las maravillas que esconde la Catedral de Segovia sin hacer mención a uno de sus aspectos más hermosos y llamativos: sus vidrieras. Cuando la luz las atraviesa el interior se ve envuelto de colores vivos y vistosos que causan deleite en todos los visitantes. Reflejan escenas de la vida de la Virgen así como del Antiguo y Nuevo Testamento. La intención es la de acercar el Reino de Dios a la Tierra. Estos detalles convierten la visita a la Catedral en una experiencia algo más que terrenal.

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