Alcázar de Segovia

Justo en la confluencia entre los ríos Eresma y Clamores se erige, monumental y señorial, el Alcázar de Segovia. Su implacable majestuosidad adorna la ciudad segoviana desde principios del siglo XII. No en vano ha sido testigo de uno de los periodos más ricos y estudiados de la historia de España ya que este palacio medieval fue, en su momento, fortaleza y a la vez cobijo de los Reyes Católicos. Por si no fuese suficiente, su existencia casi milenaria lo ha visto servir también, entre otras cosas, como castro romano, Archivo General Militar, prisión de Estado o ser la casa del ilustre Real Colegio de Artillería.

A nadie extrañó, pues, que semejante obra arquitectónica de incalculable valor, fuese declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985. Castillo sin par que evoca las viejas hazañas caballerescas recogidas por los trovadores, se dice que sirvió de fuente de inspiración al mismísimo Walt Disney para crear el palacio de uno de sus cuentos más famosos: La Cenicienta.

Evidente resulta que sobran los motivos para adentrarse y conocer mejor la historia de uno de los destinos imperdibles cuando se recorren tierras castellano-leonesas. Sin más preámbulos… el Alcázar de Segovia.

Alcázar de Segovia: epicentro de la historia castellana

El Alcázar de Segovia es historia viva y eso se respira en sus muros y contornos. Lo es no solamente de la ciudad sino de toda España. El hecho de encontrarse emplazado sobre una roca da claras evidencias de su primigenio carácter militar. Las primeras noticias que se tienen de esta fortaleza hispano-musulmana datan de la época de la Reconquista, concretamente del año 1122.

Fue utilizada por el rey Alfonso X, el sabio, como lugar de acogida de la convocatoria a Cortes en 1256, dejando de manifiesto no sólo su valor histórico militar sino también político. Este último sentía especial predilección por el castillo, usándolo además como morada durante largos periodos a lo largo de su reinado.

Isabel la Católica puso rumbo, en 1474, desde el Alcázar hacia la plaza Mayor de Segovia para ser coronada como Reina de Castilla. El tránsito de estructura de uso militar a una elevada consideración regia se deja entrever con acontecimientos de este calibre. La vinculación histórica del Alcázar de Segovia con algunos de los momentos de mayor trascendencia de la historia castellana son innegables y para la posteridad han quedado.

Estos hechos de importante calado histórico afectaron, además de a su uso, a su apariencia. Y es que el Alcázar de Segovia no ha lucido siempre de la misma forma, sufriendo así varias remodelaciones, ampliaciones y modificaciones con el pasar de los siglos. Estas comenzaron bajo la tutela de Catalina de Lancaster en 1412 y alcanzaron su época de mayor esplendor con el reinado de Enrique IV. De esta manera el Alcázar de Segovia pasó de ser testigo de innumerables batallas y confabulaciones palaciegas a albergar y custodiar con celo los archivos del reino, la armería real e incluso el tesoro regio.

Durante el periodo que comprende el año 1516 al 1621, la dinastía de los Habsburgo dejó de conceder al Alcázar estas funciones, cayendo en un relativo desuso. Con posterioridad sirvió como prisión de Estado hasta que, en 1762, Carlos III decidió fundar el Real Colegio de Artillería y declarar al Alcázar de Segovia como su casa y nueva sede. Se produce una suerte de vuelta a los orígenes ya que este centro se convierte en un referente en cuanto a enseñanza militar se refiere. De hecho, el Archivo General Militar, creado en 1898 , aún hoy tiene su sede aquí.

Arquitectura y composición del Alcázar de Segovia

Situado en el valle del Eresma, dan la bienvenida a este impresionante castillo unos cuidados jardines en los que se levanta el monumento en honor a los hérores de la Guerra de Independencia Daoiz y Velarde. A mano izquierda se puede apreciar la Casa de la Química, lugar desde el que realizaría sus investigaciones Louis Proust en tiempos de la Ilustración. La planta del edificio es irregular debido a que se encuentra levantado sobre un cerro.

Por su parte, la distribución de tan magna fortaleza se divide en dos áreas: una interior en la que se encuentra la capilla y salas tales como la del Trono, la de los Reyes o la de la Galera; y una exterior, en la que destacan un profundo foso con puente levadizo, un patio herreriano y la torre del homenaje.

La torre de Juan II vio finalizada su construcción en 1465. Cuenta con 80 metros de altura divididos en tres pisos y proporciona algunas de las mejores vistas de la ciudad con una panorámica de 360º. Desde aquí se puede apreciar la ciudad vieja de Segovia, el cementerio judío o los barrios de San Marcos y Zamarramala. Ejemplo de arquitectura gótica, su decoración exterior destaca por contar con motivos circulares esgrafiados, los cuales se rematan con almenas. Los muros de esta torre sirvieron de prisión estatal y vieron pasar a una amplia nómina de ilustres personajes de lo más variopintos, un signo más de clara concordancia con la historia general del Alcázar.

En el interior del Alcázar y colindando con el Patio de Armas y el Patio del Reloj encontramos las diferentes estancias que adornan por dentro a la fortaleza. A la izquierda del primero nos topamos con el Museo del Real Colegio de Artillería; a la derecha uno de los espacios más importantes, el Palacio de los Reyes de Castilla.

Si se sigue por los pasillos interiores hasta la Sala de la Galera veremos unas vidrieras con representaciones de gobernantes de la época, así como los pasajes más importantes de sus vidas. Se puede encontrar también una pintura en la que se representa la coronación de Isabel la Católica como reina de Castilla, uno de los sucesos históricos más importantes a los que quedó indisolublemente ligado el Alcázar de Segovia.

Otras estancias son la Sala de Ajimeces, la del Trono, de las Piñas, del Cordón, la de la Chimenea o la de la Capilla, desde la cual el Rey o Reina de turno escuchaba la misa.

La del Alcázar es, sin duda, una parada obligatoria en tu visita a Segovia.